Volver
volver a ese niño de jóvenes ilusiones,
a la casa materna de regaños y perdones,
a mi perro al cual nunca bauticé,
al te quiero que jamás dije.
Me gusta volver de vez en cuando,
volver a ese adolescente de revoluciones de humo,
a las novias de cartas y flores,
a los primeros cigarrillos,
al abrazo que jamás pude dar.
Me gusta volver de vez en cuando,
volver al universitario de sueños de gloria,
a la frontera de la madurez que dudé en cruzar,
al raro escritor que enterraba sus historias,
a los sueños que jamás soñé.
Me gusta volver de vez en cuando,
volver al padre que escondía su llanto,
a la resignación que el mundo me vendió,
al sapiente individuo que esperaba el destino,
al esposo infiel de eternos arrepentimientos.
Me gusta volver de vez en cuando,
volver al honorable anciano de historias de vida,
a los atardeceres en la hamaca; premoniciones del final,
al longevo ser olvidado y que siempre perdonaba,
al jugador que apostó a la vida sabiendo que perdería.
AndracA
Escrito el 23 de junio del 2000, después de una visita al acilo de ancianos, en mis vanos intentos por estudiar psicología.