El sombrero del Sr. Morales
Casi no cabìa en esas cuatro paredes de dos por dos, su inmensidad era tal que la vida de cualquier otro me parecìa insignificante, tenìa ese aspecto elegante, ese que sòlo los que fuman pueden tener, esa mirada que venìa del màs allà, cuyo brillo imperceptible titilaba al final del tunel de sus ojos, no podìa sostenerle la mirada, sabìa ya que yo no era nada, no merecìa ser visto por èl, me pareciò increìble la facilidad con la que pude resignarme a saberme una astilla de este jodido àrbol de la vida.
Desenfundò un cigarrillo cual si su apellido fuera Mc.Coy y mi posilga el lejano oste, lo colocò entre sus labios vueltos mueca de risas de otros tiempos, y yo querìa tener el infierno en mis manos para encenderle aquel tabaco, jugueteò unos segundos con el mecherito entre sus manos, hizo una especie de suerte màgica y despuès lo encendiò, la màscara de sombra que caìa de su elegante sombrero cediò un poco ante el ambar de la flama, pude percibir un rostro alargado, blanquìsimo y por alguna razòn muy familiar.
Esculpiò figuras de humo despuès de una larga bocanada, me dijo que salièramos a caminar o que nos quedàramo ahì a morir, a esperar por el destino, que tiene un radar infalible para los perdedores. Simpre los encuentra.
No me dijo nada màs. Caminamos toda la madrugada, puedo decir que mi cuerpo experimentò algo jamàs sentido por nadie. Despertè en mi habitaciòn, habìa una mujer a mi lado, bebì de una vez el tinto restante y pensè que la moral, la rectitud y la voluntad podìan esperarme en otra vida.
-AndracA-
Desenfundò un cigarrillo cual si su apellido fuera Mc.Coy y mi posilga el lejano oste, lo colocò entre sus labios vueltos mueca de risas de otros tiempos, y yo querìa tener el infierno en mis manos para encenderle aquel tabaco, jugueteò unos segundos con el mecherito entre sus manos, hizo una especie de suerte màgica y despuès lo encendiò, la màscara de sombra que caìa de su elegante sombrero cediò un poco ante el ambar de la flama, pude percibir un rostro alargado, blanquìsimo y por alguna razòn muy familiar.
Esculpiò figuras de humo despuès de una larga bocanada, me dijo que salièramos a caminar o que nos quedàramo ahì a morir, a esperar por el destino, que tiene un radar infalible para los perdedores. Simpre los encuentra.
No me dijo nada màs. Caminamos toda la madrugada, puedo decir que mi cuerpo experimentò algo jamàs sentido por nadie. Despertè en mi habitaciòn, habìa una mujer a mi lado, bebì de una vez el tinto restante y pensè que la moral, la rectitud y la voluntad podìan esperarme en otra vida.
-AndracA-
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