Don Jorge Ibargüengoitia
Humorismo y comicidad, complejos conceptos si es que se intenta diferenciarlos el uno del otro, se debe partir de la idea que sin duda son distintos tanto en su proceso creativo como en su fin último, sin embargo, en la mayoría de los casos son usados como sinónimos y dependiendo del contexto en el que se maneje, esto, podría no ser erróneo; he aquí lo complejo de diferenciarlos (¿qué demonios dice este párrafo?).
El humorismo según yo es una crítica contundente a todas las cosas de la vida, poniendo al desnudo lo ridículo que hay en ellas. Al humorismo le gusta fastidiar los valores visibles, a lo importante, a lo detallado, busca errores, prejuicios, juega con las actitudes moraloides, sin apoyarse en nadie ni en nada y tampoco le interesa hacer reír.
Por otro lado la comicidad busca un reconocimiento y la risa de otra persona, por lo que tiende a recurrir al chiste (al pastelazo pues!!), la burla y la exageración para hacer una deformación de la realidad (chale si ésta de por sí es ya de risa), intenta dar gracia de una manera premeditada y el fin último casi siempre es la risa de alguien.
Hablar de Jorge Ibargüengoitia no es menos complejo que intentar diferenciar al humorismo y la comicidad (además de su apellido difícil de pronunciar, je), en un medio de escritores donde se venera tanto el culto al yo, él escribe un libro de cuentos en el que todo el tiempo se burla de sí mismo, exponiéndose torpe, ingenuo, pobre, antiintelectual, además escribe libros en los que en lugar de exaltar con una retórica demagógica la historia nacional, trata de desmitificar y descifrar el significado de las afrentas “heroicas” mexicanas.
Toda su obra literaria y dramática está llena de conciencia y capacidad de escrutinio de la realidad, capacidad única en este compadre y que por ningún motivo debe reducirse a simples risas irreflexivas.
Cuando le faltaban dos años para recibirse de ingeniero en la UNAM dijo nel la ingeniería es una pérdida de tiempo y se regresó al rancho donde vivía en Guanajuato, abandonó la escuela con las respectivas mentadas de madre de las mujeres con las que vivía (madre, tías, abuela, su papá falleció cuando él tenía dos meses de nacido y no recordaba nada de él), se dedicó a sembrar, sembraba maíz, frijol y mangos o algo así, por cierto el frijol fue un hitazo le iba bien chido, pero un día se retachó al defeño y estudió letras con especialización en arte dramático.
La historia, él, la burguesía, los “eruditos”, la realidad en sí dotaba de material a Don Jorge para escribir sin orientación a dar gracia, todo en sí ya es gracioso él sólo lo plasmaba.
Ibargüengoitia era experto en la criticar la historia, y la insensata utilización interesada que practica con ella (con la historia) el gobierno con fine habitualmente perversos, que se perpetúan en iconos, gestas y desplantes cuyo bagaje ideológico, dramatismo político y ejemplaridad ética son convenientemente neutralizados.
Don Jorge siempre utilizaba el autoescarnio y la anti-solemnidad como recursos para crear un ambiente agradable, en cada escena la esencia es siempre la misma: situaciones de la vida diaria (con su estupidez que conlleva).
Para el sector universitario también tenía Don Jorge, retrataba a este sector cuasiburgues criticando el erudismo que en la mayoría de los casos no es una consecuencia lógica o directamente proporcional a los estudios tomados, lo grotesco, burdo y absurdo se presentan de manera natural en un medio “intelectual”.
La ironía jugó siempre un rol preponderante en el humorismo de Don Jorge, pero hay que decir que la ironía no debe concebirse como una fugaz fugura retórica usada sólo para acentuar el momento humorístico, la ironía mis estimados amigos debe entenderse como una visión total que adopta el escritor a lo largo de su obra, pues una vez inmiscuido en el terreno irónico y siendo conciente de lo que éste revela, el escritor, sin duda, debe seguir en esa línea para darle credibilidad a su postura crítica adoptada con anterioridad.
Don Jorge tenía una visión irónica que le abría de par en par las puertas del humorismo, era consciente y por ende adquiría responsabilidades, se volvía verdugo y a la vez víctima de la realidad que ironizaba, crítico de realidades, reflexionaba sobre los rasgos éticos y estéticos de su entorno y te tendía una mano mientras te decía ¡mira ven a ver que estúpido es el mundo!, con su reflexión claro.
La incongruencia de los naturales resultados que debería arrojar la lógica, la justicia o el sentido común: eso es ironía, de eso hablaba Don Jorge, era consciente de el submundo general en el que se desarrolla la realidad o lo que es generalmente aceptado, con la ironía y la parodia como aliadas no intentaba resolver estas paradojas o evitarlas, se concentraba en describirlas.
Las obra de Don Jorge mediante el vehículo expresivo del humor logran sumergirse de una manera más aguda que la que lograría mediante la protesta directa en los problemas y situaciones humanas, ayudan a demostrar el sufrimiento y dolor que conllevan, desde perspectivas que nos dan la oportunidad de reflexionar al respecto.
La balanza entre decir verdades y ser humorista es muy sensible y los extremos son, por el lado de la verdad un realismo crudo y por el lado del humor la comicidad burda. Don Jorge fue un experto equilibrista en esta balanza, siempre sus obras obligan a la doble lectura, la risa reflexiva, el reconocimiento de lo absurdo, la mirada al espejo desenfadad y sincera.
La retórica de Don Jorge tenía una tendencia a difamar la realidad, a empequeñecer las enormidades, a trivializar lo “trascendente”, a desnudar y exponer las distintas realidades o puntos de vista que no suelen ser un tabú o considerados como verdad absoluta.
Don Jorge tenía una visión láser, la realidad siempre fue su fuente de donde extraía la mayor riqueza de sentido y sabiduría a través de su innata intuición, no se conformaba con un análisis descriptivo ni con esquematizar o generalizar lo que la realidad le presentaba, (eso cualquiera puede hacerlo, bueno la mayoría jeje...), lograba siempre un contacto inmediato entre la esencia del entorno y los objetos intuidos: el país, sus instituciones, la vida y sus claroscuros.
“Aquel que crea que todo lo que digo es 100% cierto es un crédulo, y aquel que crea que lo que digo es 100% cómico es un estúpido” –Jorge Ibargüengoitia-
Por Fernando Andraca Valdés
El humorismo según yo es una crítica contundente a todas las cosas de la vida, poniendo al desnudo lo ridículo que hay en ellas. Al humorismo le gusta fastidiar los valores visibles, a lo importante, a lo detallado, busca errores, prejuicios, juega con las actitudes moraloides, sin apoyarse en nadie ni en nada y tampoco le interesa hacer reír.
Por otro lado la comicidad busca un reconocimiento y la risa de otra persona, por lo que tiende a recurrir al chiste (al pastelazo pues!!), la burla y la exageración para hacer una deformación de la realidad (chale si ésta de por sí es ya de risa), intenta dar gracia de una manera premeditada y el fin último casi siempre es la risa de alguien.
Hablar de Jorge Ibargüengoitia no es menos complejo que intentar diferenciar al humorismo y la comicidad (además de su apellido difícil de pronunciar, je), en un medio de escritores donde se venera tanto el culto al yo, él escribe un libro de cuentos en el que todo el tiempo se burla de sí mismo, exponiéndose torpe, ingenuo, pobre, antiintelectual, además escribe libros en los que en lugar de exaltar con una retórica demagógica la historia nacional, trata de desmitificar y descifrar el significado de las afrentas “heroicas” mexicanas.
Toda su obra literaria y dramática está llena de conciencia y capacidad de escrutinio de la realidad, capacidad única en este compadre y que por ningún motivo debe reducirse a simples risas irreflexivas.
Cuando le faltaban dos años para recibirse de ingeniero en la UNAM dijo nel la ingeniería es una pérdida de tiempo y se regresó al rancho donde vivía en Guanajuato, abandonó la escuela con las respectivas mentadas de madre de las mujeres con las que vivía (madre, tías, abuela, su papá falleció cuando él tenía dos meses de nacido y no recordaba nada de él), se dedicó a sembrar, sembraba maíz, frijol y mangos o algo así, por cierto el frijol fue un hitazo le iba bien chido, pero un día se retachó al defeño y estudió letras con especialización en arte dramático.
La historia, él, la burguesía, los “eruditos”, la realidad en sí dotaba de material a Don Jorge para escribir sin orientación a dar gracia, todo en sí ya es gracioso él sólo lo plasmaba.
Ibargüengoitia era experto en la criticar la historia, y la insensata utilización interesada que practica con ella (con la historia) el gobierno con fine habitualmente perversos, que se perpetúan en iconos, gestas y desplantes cuyo bagaje ideológico, dramatismo político y ejemplaridad ética son convenientemente neutralizados.
Don Jorge siempre utilizaba el autoescarnio y la anti-solemnidad como recursos para crear un ambiente agradable, en cada escena la esencia es siempre la misma: situaciones de la vida diaria (con su estupidez que conlleva).
Para el sector universitario también tenía Don Jorge, retrataba a este sector cuasiburgues criticando el erudismo que en la mayoría de los casos no es una consecuencia lógica o directamente proporcional a los estudios tomados, lo grotesco, burdo y absurdo se presentan de manera natural en un medio “intelectual”.
La ironía jugó siempre un rol preponderante en el humorismo de Don Jorge, pero hay que decir que la ironía no debe concebirse como una fugaz fugura retórica usada sólo para acentuar el momento humorístico, la ironía mis estimados amigos debe entenderse como una visión total que adopta el escritor a lo largo de su obra, pues una vez inmiscuido en el terreno irónico y siendo conciente de lo que éste revela, el escritor, sin duda, debe seguir en esa línea para darle credibilidad a su postura crítica adoptada con anterioridad.
Don Jorge tenía una visión irónica que le abría de par en par las puertas del humorismo, era consciente y por ende adquiría responsabilidades, se volvía verdugo y a la vez víctima de la realidad que ironizaba, crítico de realidades, reflexionaba sobre los rasgos éticos y estéticos de su entorno y te tendía una mano mientras te decía ¡mira ven a ver que estúpido es el mundo!, con su reflexión claro.
La incongruencia de los naturales resultados que debería arrojar la lógica, la justicia o el sentido común: eso es ironía, de eso hablaba Don Jorge, era consciente de el submundo general en el que se desarrolla la realidad o lo que es generalmente aceptado, con la ironía y la parodia como aliadas no intentaba resolver estas paradojas o evitarlas, se concentraba en describirlas.
Las obra de Don Jorge mediante el vehículo expresivo del humor logran sumergirse de una manera más aguda que la que lograría mediante la protesta directa en los problemas y situaciones humanas, ayudan a demostrar el sufrimiento y dolor que conllevan, desde perspectivas que nos dan la oportunidad de reflexionar al respecto.
La balanza entre decir verdades y ser humorista es muy sensible y los extremos son, por el lado de la verdad un realismo crudo y por el lado del humor la comicidad burda. Don Jorge fue un experto equilibrista en esta balanza, siempre sus obras obligan a la doble lectura, la risa reflexiva, el reconocimiento de lo absurdo, la mirada al espejo desenfadad y sincera.
La retórica de Don Jorge tenía una tendencia a difamar la realidad, a empequeñecer las enormidades, a trivializar lo “trascendente”, a desnudar y exponer las distintas realidades o puntos de vista que no suelen ser un tabú o considerados como verdad absoluta.
Don Jorge tenía una visión láser, la realidad siempre fue su fuente de donde extraía la mayor riqueza de sentido y sabiduría a través de su innata intuición, no se conformaba con un análisis descriptivo ni con esquematizar o generalizar lo que la realidad le presentaba, (eso cualquiera puede hacerlo, bueno la mayoría jeje...), lograba siempre un contacto inmediato entre la esencia del entorno y los objetos intuidos: el país, sus instituciones, la vida y sus claroscuros.
“Aquel que crea que todo lo que digo es 100% cierto es un crédulo, y aquel que crea que lo que digo es 100% cómico es un estúpido” –Jorge Ibargüengoitia-
Por Fernando Andraca Valdés
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