Todos sabemos vivir
Siempre hubo felices y amargados
melancólicos y libertinos
suicidas y adictos a la vida
a todos les llegó un momento de incertidumbre
ese donde te preguntas qué carajos hacemos acá
o qué vale la pena en este mundo
que insiste en gritarte que nada.
Y te llega tu momento optimista
el resplandeciente sol suele ser una metáfora animadora
el claro cielo suele ser una analogía del porvenir
hay veces que el pájaro cantor endulza sus cuerdas
y quisieras bailar a su lado, oler una flor,
y te desvives en halagos a los colores del arco iris
sobreestimas a esa chica que te regala dulces besos
te sientes vivo gracias al paisaje que dibujan esos ojos de esperanza.
Y una noche de lluvia que gotea el tiempo hipnóticamente
ese temor de que no pasa nada con nada ni nadie
te embarga, y enciendes un cigarrillo y otro y otro
y piensas en las mil y un formas de engancharte a la vida
buscas y rebuscas ese motivo para levantarte por la mañana
achacas a la fiel soledad el haberte embriagado de miedo
y te vas a dormir huyendo del mundo de los despiertos.
Por la mañana te reconforta esa incorruptible rutina,
el tedio se ha vuelto un deber, se te ha vuelto una droga
acomodas unos cuantos papeles, tecleas unas cuantas palabras,
afirmas algunas mentiras, asumes algunas reprimendas
y te tragas algunas otras frustraciones, gajes del oficio de vivir.
Y ya fuera de ese horario laboral consumes tu añorado tiempo libre
¿será que sigues siendo libre? ¿No será ya sólo tiempo?
y lees un libro, pues nunca se sabe cuándo necesitarás en un bar,
en un café, ante una nueva conquista esos aires de erudismo
que ensalzarán tu personalidad, que le darán un toque menos
grotesco al homo-sapiens animalesco que solemos ser todos.
O escuchas algunos discos;
el grupo de moda para no sentirte fuera de época,
un grupo de rock hippie que te muestre alternativo y openmind
rancheras, sones jarochos, tríos, boleros que te arraiguen a este tu México,
José José, Chavela Vargas, algo de banda, reggaetón, duranguense,
para aliviar la ausencia de un vaso de cerveza en tu mano o para
recordarte lo fácil que es olvidarse de todo e ir de fiesta.
Pero el tiempo libre a veces no es nada si te sientes solo,
y piensas en el itinerario del libre albedrío de otra persona,
alguien que te regale algunos minutos de su existencia,
y esa agenda o lista en tu celular es revisada con atención
divagando en la vida del nombre que lees, intuyendo sus acciones,
resumes su vida a la predicción de que seguramente no está haciendo nada,
y lo o la llamas fingiendo casualidad, y un igualmente fingido hola
firma el pacto de unión de soledades, asumen su destino cíclico
y buscan un café o un bar o alguien más aventurado u honesto un hotel
y conversan con una “atención” digna de un oscar,
esperan su turno para hablar escondiéndolo tras sus oídos mentirosos
y la plática se convierte en una batalla por recalcar la valía de
nuestras vidas sabiéndose mejor que el interlocutor
o percibiendo que hay alguien peor que nosotros,
criticando a las personas del entorno,
humillando un humilde esfuerzo,
sobajando la desventura del prójimo,
regocijándose en la pose de hombre de bien.
Esta es la parte de la lectura donde el amable lector piensa
“Pero qué escéptico, qué amargado, cada quién habla como le va en la feria,
es que seguramente no tiene amigos ya que es una persona muy amarga”
Esta es la parte de la lectura donde el ocioso escritor
apela a la ciencia ficción que es como insistimos en llamar al mundo moderno
El amor es otro de los pasatiempos favoritos en un mundo autómata,
neoliberal, globalizado, capitalista, con horarios inhumanos, donde
el contrato laboral dice en las letras chiquitas:
“fulano de tal regala su existencia a la empresa arriba mencionada”
¡ah! el amor: esa migaja en medio de dos hambres
esa atracción física y coincidencia de tiempos y espacios
esa amabilidad o cariñito semejante al que buscan los perritos sin dueño
esa “química” que no es más que el misterio de la atracción
revelado en indirectas que el protocolo de la conquista exige
detalles de una mente maquiavélica que complota
contra los sentimientos del otro.
Entre el amor, el trabajo y el futbol podríamos hablar hasta quedarnos mudos
los que sabemos vivir llenamos nuestros tiempos libres de pláticas
de cosas que ocurren en nuestro horario laboral,
te enamoras de una compañera de trabajo o de la escuela,
platicas de cómo te va en el trabajo,
revientas los oídos de tu acompañante
con maldiciones contra tu jefe que por cierto él jamás escuchará
y cuando de plano nos aburrimos un poco de esas charlas
buscamos el vaso de agua más cercano para organizar una tormenta
y entonces tener de qué charlar o sentir que hay amor
entre tú y esa chica o chico que está de cuerpo presente a tu lado
sientes celos, sientes miedo de que alguien más entre en su vida,
el orgullo te lleva al desinterés, se dejan de frecuentar un tiempo,
vuelven, se van, vuelven hasta que un día la novedad llega a sus vidas
en anatomías de alguien más, el nuevo chico del trabajo,
mi nueva conquista en un bar, alguien con quien soy un hombre
o mujer nuevo(a) y nos conocemos y surge esa chispa que surgió
en su momento con quien estás por serle infiel,
la novedad es un bálsamo en el desierto de la monotonía,
el verdugo del amor no es más que el saberse amado.
No debemos culparnos por sentir inevitable atracción por
algo o alguien nuevo, no en vano el 90% de las ocasiones
el infiel le es infiel a su pareja con alguien estéticamente peor que ella o él,
no fue por linda o lindo fue sólo porque era alguien nuevo en su vida
Esto puede extenderse a cualquier ámbito en la vida,
todos buscamos algo nuevo que nos haga sentir
que verdaderamente algo ocurre en nuestra existencia
y cuando esto llega nos entregamos totalmente
muriendo en la fugacidad del instante de lo desconocido
y equilibrándonos en la cuerda floja con el vértigo de la novedad
confiados en la red de la monotonía que está lista para vernos caer
y acogernos una y otra vez.
Esa monotonía que todo perdona y
en cuyo hombro nos fascina
llorar de vez en cuando.
AndracA
melancólicos y libertinos
suicidas y adictos a la vida
a todos les llegó un momento de incertidumbre
ese donde te preguntas qué carajos hacemos acá
o qué vale la pena en este mundo
que insiste en gritarte que nada.
Y te llega tu momento optimista
el resplandeciente sol suele ser una metáfora animadora
el claro cielo suele ser una analogía del porvenir
hay veces que el pájaro cantor endulza sus cuerdas
y quisieras bailar a su lado, oler una flor,
y te desvives en halagos a los colores del arco iris
sobreestimas a esa chica que te regala dulces besos
te sientes vivo gracias al paisaje que dibujan esos ojos de esperanza.
Y una noche de lluvia que gotea el tiempo hipnóticamente
ese temor de que no pasa nada con nada ni nadie
te embarga, y enciendes un cigarrillo y otro y otro
y piensas en las mil y un formas de engancharte a la vida
buscas y rebuscas ese motivo para levantarte por la mañana
achacas a la fiel soledad el haberte embriagado de miedo
y te vas a dormir huyendo del mundo de los despiertos.
Por la mañana te reconforta esa incorruptible rutina,
el tedio se ha vuelto un deber, se te ha vuelto una droga
acomodas unos cuantos papeles, tecleas unas cuantas palabras,
afirmas algunas mentiras, asumes algunas reprimendas
y te tragas algunas otras frustraciones, gajes del oficio de vivir.
Y ya fuera de ese horario laboral consumes tu añorado tiempo libre
¿será que sigues siendo libre? ¿No será ya sólo tiempo?
y lees un libro, pues nunca se sabe cuándo necesitarás en un bar,
en un café, ante una nueva conquista esos aires de erudismo
que ensalzarán tu personalidad, que le darán un toque menos
grotesco al homo-sapiens animalesco que solemos ser todos.
O escuchas algunos discos;
el grupo de moda para no sentirte fuera de época,
un grupo de rock hippie que te muestre alternativo y openmind
rancheras, sones jarochos, tríos, boleros que te arraiguen a este tu México,
José José, Chavela Vargas, algo de banda, reggaetón, duranguense,
para aliviar la ausencia de un vaso de cerveza en tu mano o para
recordarte lo fácil que es olvidarse de todo e ir de fiesta.
Pero el tiempo libre a veces no es nada si te sientes solo,
y piensas en el itinerario del libre albedrío de otra persona,
alguien que te regale algunos minutos de su existencia,
y esa agenda o lista en tu celular es revisada con atención
divagando en la vida del nombre que lees, intuyendo sus acciones,
resumes su vida a la predicción de que seguramente no está haciendo nada,
y lo o la llamas fingiendo casualidad, y un igualmente fingido hola
firma el pacto de unión de soledades, asumen su destino cíclico
y buscan un café o un bar o alguien más aventurado u honesto un hotel
y conversan con una “atención” digna de un oscar,
esperan su turno para hablar escondiéndolo tras sus oídos mentirosos
y la plática se convierte en una batalla por recalcar la valía de
nuestras vidas sabiéndose mejor que el interlocutor
o percibiendo que hay alguien peor que nosotros,
criticando a las personas del entorno,
humillando un humilde esfuerzo,
sobajando la desventura del prójimo,
regocijándose en la pose de hombre de bien.
Esta es la parte de la lectura donde el amable lector piensa
“Pero qué escéptico, qué amargado, cada quién habla como le va en la feria,
es que seguramente no tiene amigos ya que es una persona muy amarga”
Esta es la parte de la lectura donde el ocioso escritor
apela a la ciencia ficción que es como insistimos en llamar al mundo moderno
El amor es otro de los pasatiempos favoritos en un mundo autómata,
neoliberal, globalizado, capitalista, con horarios inhumanos, donde
el contrato laboral dice en las letras chiquitas:
“fulano de tal regala su existencia a la empresa arriba mencionada”
¡ah! el amor: esa migaja en medio de dos hambres
esa atracción física y coincidencia de tiempos y espacios
esa amabilidad o cariñito semejante al que buscan los perritos sin dueño
esa “química” que no es más que el misterio de la atracción
revelado en indirectas que el protocolo de la conquista exige
detalles de una mente maquiavélica que complota
contra los sentimientos del otro.
Entre el amor, el trabajo y el futbol podríamos hablar hasta quedarnos mudos
los que sabemos vivir llenamos nuestros tiempos libres de pláticas
de cosas que ocurren en nuestro horario laboral,
te enamoras de una compañera de trabajo o de la escuela,
platicas de cómo te va en el trabajo,
revientas los oídos de tu acompañante
con maldiciones contra tu jefe que por cierto él jamás escuchará
y cuando de plano nos aburrimos un poco de esas charlas
buscamos el vaso de agua más cercano para organizar una tormenta
y entonces tener de qué charlar o sentir que hay amor
entre tú y esa chica o chico que está de cuerpo presente a tu lado
sientes celos, sientes miedo de que alguien más entre en su vida,
el orgullo te lleva al desinterés, se dejan de frecuentar un tiempo,
vuelven, se van, vuelven hasta que un día la novedad llega a sus vidas
en anatomías de alguien más, el nuevo chico del trabajo,
mi nueva conquista en un bar, alguien con quien soy un hombre
o mujer nuevo(a) y nos conocemos y surge esa chispa que surgió
en su momento con quien estás por serle infiel,
la novedad es un bálsamo en el desierto de la monotonía,
el verdugo del amor no es más que el saberse amado.
No debemos culparnos por sentir inevitable atracción por
algo o alguien nuevo, no en vano el 90% de las ocasiones
el infiel le es infiel a su pareja con alguien estéticamente peor que ella o él,
no fue por linda o lindo fue sólo porque era alguien nuevo en su vida
Esto puede extenderse a cualquier ámbito en la vida,
todos buscamos algo nuevo que nos haga sentir
que verdaderamente algo ocurre en nuestra existencia
y cuando esto llega nos entregamos totalmente
muriendo en la fugacidad del instante de lo desconocido
y equilibrándonos en la cuerda floja con el vértigo de la novedad
confiados en la red de la monotonía que está lista para vernos caer
y acogernos una y otra vez.
Esa monotonía que todo perdona y
en cuyo hombro nos fascina
llorar de vez en cuando.
AndracA
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