Eternamente ¿muerto?

La muerte hizo una pausa, tomó un respiro
miró a su alrededor, sintió un vacío desconocido,
se sintió confundida y del hombre defraudada.

¿Es que la voracidad en mi encomienda me habrá desviado de mi propósito?, -se preguntó-
terminar con el dolor, tierra firme en el naufragio de la existencia,
¿qué os ha hecho tan adictos a la vida?, -no paraba de cuestionarse-,
¡pero si lo sabían desde un principio!, ¡tuvieron tiempo de asimilarlo!,
¡insensatos! soy lo único que en verdad les pertenece y me rechazan,
todos los viajes tienen un destino, han llegado, ¡bienaventurados!.

No más dolor, no más lágrimas que derramar, ni siquiera algo más que pensar,
¿¡qué mejor escenario que la certeza!?, ¿¡qué mejor premio que el prometido!?,
¿es que no valoráis la honestidad?, ¿es que os habéis creído vuestras propias mentiras?
¿qué fue lo que os insinuó algún milagro?, el destino no hace excepciones,
la vida no es nada sin la muerte, lo eterno ansía constantemente el final,
lo infinito sólo ignora sus fronteras.

La muerte se sintió sola, quizá ella nunca había reflexionado sobre sí misma,
recordó cada mirada, cada último suspiro de sus víctimas,
cada lágrima derramada por los deudos, y fuera de comprender,
todo le parecía aun más ilógico, absurdo,
le parecía un desatino aferrarse a la fugacidad,
cuando ésta es la materia de que está hecha la belleza.

La inmortalidad es la alquimia imposible,
la trascendencia es la labor del hombre durante la vida,
la eternidad cuando muere un hombre se desintegra y cambia de nombre
a veces la llaman amor, a veces recuerdo, a veces nostalgia,

a veces no tiene nombre y se nos escapa en cada duda.

AndracA