Una forma de ser

Yo soy uno del mundo,
nada más.

Alquilo cuartos en que duermo,
escribo
y pienso.

Y hago el amor y me divierto un poco.

Pero también me siento dueño de las calles.

Camino mucho.

Busco la posibilidad entre las gentes
Como mis gentes, como, y a veces no.

Conozco muchas cosas
y muchas cosas no.

Me da trabajo levantarme para cumplir con mi trabajo,
pero trabajo.

Doy de mí lo mejor en casi todo.

Procuro pasarla lo mejor que se puede
y olvido los pésimos momentos,
me cuesta trabajo pero puedo.

Estoy bien vivo,
tengo todos los atributos del que vive.

Me quejo un poco, pero no mucho.

Camino bien
(a veces hasta elegantemente visto
y me miran las muchachas
y no sé qué se digan)

Me siento enormemente grande
a veces
y a veces demasiado pequeño,
pero puedo hacer cosas que sirven,
que divierten a mi amigo
y al que diviertan
(que mucho gusto da después de todo).

Soy un enorme solitario
pero siento que estoy
encabronadamente lleno de todos
y de todo.

Nada me falta
Me llamo como tú:
uno del mundo.


-A. Ariceaga-